¿Por qué tú no?
¿Qué tan alto apuntarías si supieras que no puedes fallar?
Estamos en un momento de la historia de la humanidad donde las posibilidades son infinitas. Personas a diario cumplen sus metas. Ed Whitlock, a sus 85 años de edad, corrió un maratón en 3 horas, 56 minutos y 34 segundos. Tara Westover nació en una familia mormona fundamentalista que desconfiaba del gobierno, la medicina y la educación tradicional; ni siquiera fue registrada cuando nació. Su primera educación formal fue hasta los 17 años. Hoy en día, obtuvo un doctorado en historia en la Universidad de Cambridge y se convirtió en una escritora con un bestseller internacional traducido a más de 40 idiomas. Ejemplos como estos hay muchos.
Si hoy decidieras irte a vivir al otro lado del mundo, es posible. Si quisieras crear una vida diseñada por ti, hoy hay suficientes herramientas para hacerlo. Si quieres empezar tu negocio, escribir, aprender un idioma o un instrumento, lo puedes hacer. Nuestra mayor limitante no es la falta de oportunidad o de información. Nuestro gran reto es aprender a dominar nuestra propia mente. Dominar nuestro miedo.
El miedo nos intenta mantener en lo conocido, nos quiere cómodos y seguros. Nos dice que no nos arriesguemos, que conformarnos está bien. Es absurdo; el miedo, que en algún momento nos mantenía con vida, actualmente nos limita. El miedo está grabado en lo profundo de cada ser humano. Y no es que sea malo, de cierta manera nos mantiene alerta. Pero no podemos dejar que nos domine. Debemos reconocerlo, aceptarlo, verlo para poder dominarlo. El miedo no te puede paralizar. El miedo es un indicador de que es una buena meta, pues detrás de él se encuentran los mejores logros. Porque una meta que no te asuste, no es lo suficientemente grande.
Marco Aurelio, en su libro de meditaciones, se escribe a sí mismo: “Podrías actuar bien hoy, pero en cambio, elegiste serlo mañana”. Esta es la mentira que más solemos repetirnos: “mañana empiezo”, “empezando este año seré diferente”. Es un acto de soberbia enorme creer que tienes tiempo. No sabemos cuánto tiempo tenemos. No esperes el momento correcto. Sal a la vida. Hazlo con entusiasmo. Hazlo aunque te dé miedo. Hazlo con dolor. Hazlo por todos aquellos que no pueden. Hoy se te regaló un día más, aprovéchalo.
Imagina que pudieras hablar con tu yo del futuro y le tienes que explicar que, por miedo a lo que piensen las personas, al fracaso o al rechazo, jamás empezaste. Intenta explicarle que no te convertiste en lo que pudiste ser por vivir en una zona de confort. Imagínate morir y no saber cuál era tu verdadero potencial. Imagina, aunque sea por un segundo, cómo sería vivir una vida donde no te retes.
La magia de la vida empieza cuando dejas de intentar pertenecer a un lugar por miedo. Cuando te empiezas a escuchar a ti mismo y tienes el valor de salir a intentarlo día tras día. El precio de no intentarlo es alto. Mientras más tiempo pase, te darás cuenta de que todas las veces no intentadas son un fracaso. En cambio, el fallar te acerca a tu meta. Imagínate si supieras que estás a 3 fracasos de lograr tu meta. Estoy seguro de que te levantarías entusiasmado de fallar. Si fallas, te levantas, mejoras y continúas. ¿Pero el precio de no intentar? ¿Quedarte en el mismo lugar toda tu vida? Eres mejor que eso…
La fortuna siempre fortalece a los valientes, y si tienes el valor de ir por aquello que sueñas ya habrás empezado el camino que muy pocos tienen el valor de tomar. Vive tu vida auténticamente, regálale a este mundo lo mejor de ti. Empieza hoy, aunque sea pequeño, cualquier progreso suma. Confía en ti y en el proceso. Inténtalo, comparte tu trabajo con alguien, empieza ese hábito que habías dejado de lado, sal a correr. Anímate a cambiar el mundo. Te lo debes a ti. Se lo debes a todos los que vivimos aquí. Porque, si no puedes tú, ¿entonces quién?
Hasta la próxima, abrazo.