Maratón de Guadalajara, 2024.
El 24 de Noviembre de 2024, corrí mi primer maratón… sin prepararme.
Quizás no sea tan loco como suena, pero sin duda ha sido una de mis experiencias favoritas y de las más retadoras hasta el momento.
El medio maratón.
En 2024, una de mis metas era correr un medio maratón. Con cada año que pasa veo más cerca el despedirme de mi primer maestro, lo que yo considero como el mejor deporte del mundo. El tiempo pasa muy rápido y entiendo que no hay día que no llegue ni fecha que no se cumpla. Y aunque espero que ese día no llegue pronto, la realidad sigue siendo la misma: eventualmente tendré que reemplazar el fútbol americano por algún otro deporte.
Esta idea ha sido recurrente desde hace algunos meses en mi vida y entiendo que dejar de practicar algo que he hecho desde los 6 años no será sencillo. Por esta razón, el año pasado empecé a practicar otros deportes y correr siempre fue mi primera opción.
El primer deporte que practiqué, además del fútbol, fue el atletismo. Y aunque ciertamente no empecé corriendo en competencias, más bien fue en las calles de mi casa junto a mis hermanos, el correr de una u otra manera siempre ha estado presente en mi vida. Nunca fui el más grande ni el más fuerte pero ¿correr? En eso siempre fui bueno, o al menos eso pensaba hasta que decidí correr largas distancias.
Hay algo hermoso en el deporte. Después de esos primeros kilómetros cuando el estómago al fin se asienta, tu respiración vuelve a la normalidad y escuchas a tus pies pegando contra el piso una y otra vez, logras entender por qué este deporte ha tomado tanta relevancia en los últimos años.
Cuando por fin me decidí a correr el medio maratón, no lo hice solo. Afortunadamente un gran amigo me acompañó y de hecho se encargo de la ruta. Tengo la suerte de tener amigos así, que no solo me inspiran y me hacen ser mejor si no que también comparten sus pasiones conmigo y me apoyan en todo momento.
Y sí, en ese momento correr 21 km para mi sonaba como una locura. Jamás había corrido más de 10 km y mi preparación física estaba lejos de ser la de un corredor. Y aunque no considero que sea una persona fuera de forma, correr distancias largas es un deporte muy diferente al que usualmente practico.
El lunes 21 de junio, a las 6 de la mañana, salimos a correr. Dos horas y ocho minutos después, habíamos alcanzado la meta. Estaba cansado, adolorido y contento, pero sobre todo, sorprendido. Por primera vez en otro deporte, sentí que podía dialogar conmigo mismo y la sensación me había encantado. Durante esas dos horas, escuché mis pensamientos y me esforcé por seguir corriendo. Un kilómetro más, me repetía.
Al terminar, recuerdo pensar que quizás este podría ser el deporte que sustituyera al fútbol americano. No le di mucha importancia, por el momento todo estaba bien y aunque ese día nació la idea de correr un maratón por el momento había sido pospuesto indefinidamente.
El deporte
Cuatro meses después, mi vida estaba cambiando. El tiempo siguió su camino y yo me sentía muy diferente a quien era en Junio. Una gran temporada de fútbol americano estaba por terminar y yo me sentía en crisis. La vida que había creado hasta ese momento ya no existía.
El final de una relación sentimental me había dejado lastimado y confundido. Sabía que ya no era la misma persona y algo tenía que cambiar. Incluso cuando todo por fuera estaba muy bien, había algo que no cuadraba del todo en mi vida.
Como en muchas otras ocasiones, el deporte se había convertido en mi refugio. No importaba si me sentía triste, cansado o confundido: ahí podía descansar. En el fútbol americano, en el gimnasio o en la pista, podía dejar de lado mis pensamientos, respirar y mantenerme enfocado. Así que, además de las practicas regulares de mi deporte, todos los domingos, empezando el 20 de Octubre comencé a correr.
Durante un mes corrí de 5 a 8 km los domingos. Se convirtió en mi ritual, mi forma de auto-cuidado. En esos minutos mientras corría, también dialogaba conmigo mismo y le buscaba un sentido a todo lo que estaba pasando en mi vida.
Estaba a meses de mudarme a otro país, mi temporada de fútbol americano estaba por terminar, mi graduación cada vez se acercaba más y la incertidumbre que envolvía mi vida me estaba consumiendo. Sabía que necesitaba un nuevo reto. Mi vida estaba cambiando demasiado rápido y necesitaba algo que me ayudara a centrarme, un objetivo claro. Octubre de 2024 fue un mes caótico, lleno de transiciones y de profunda reflexión y no hay día que no lo agradezca.
Mi primer encuentro con la distancia
Guadalajara, diciembre 2023.
Mis primeros 21 km.
Mi decisión
Antes de salir a mi último partido de temporada, la primera semana de noviembre, bromeando le dije a Emilio—quien me acompañó en mi primer medio maratón y en todo este proceso— que si perdíamos, iba a correr el maratón de Guadalajara. Era en menos de 3 semanas.
La verdad pensé que íbamos a ganar. Pero también estaba intentando convencerme a mi mismo de que correr un maratón era una buena idea. De cierta manera estaba buscando lo mismo que busqué en Diciembre del 2022: un nuevo inicio, un reto tan grande que representara un cambio en mi vida. Algo que me hiciera saber que no importa lo que pase, iba a estar bien.
Theodore Roosevelt, hablaba sobre The Strenuous Life una filosofía que dice que para vivir una buena vida debemos aceptar desafíos con valentía y que la verdadera satisfacción nace del esfuerzo y la disciplina. Roosevelt, quien en muchas ocasiones tomó retos personales como una “transformación” hacia el futuro, escribió uno de los mejores discursos que, en ese momento, tuve la fortuna de leer.
“El hombre en la arena”, habla de aquel hombre que aunque no tiene certeza de nada, sigue luchando y fallando una y otra vez por una causa que el considera digna. Habla sobre aquel hombre que se dedica a intentar sin importar qué es lo que pase. El hombre que, a pesar de caer muchas veces, nunca pierde porque se atrevió a dar su mejor esfuerzo.
A veces, lo que necesitamos es esto. Empeñarnos por conseguir algo, un reto o un desafío que nos demuestre que no importa lo que pase vamos a estar bien. No es absoluta certeza lo que buscamos, más bien buscamos una prueba que nos enseñe de que estamos hechos.
Así que después de llegar del partido y haber perdido, le marqué a Emilio y pagué la inscripción del maratón de Guadalajara. No le dije a nadie, solo mi amigo sabía. Con su incansable optimismo me felicitó y me apoyó. Faltando dos semanas para el maratón y habiendo corrido un total de 2 domingos hasta ese momento, empecé a “prepararme”.
No tenía ningún método de entrenamiento y aunque no era principiante en el mundo del deporte, jamás me había preparado para una carrera. Así que sin la menor idea de lo que estaba haciendo, empecé a correr entre semana antes de ir al gimnasio y empecé a desarrollar un plan con Emilio. “Fuck It We Ball” así lo llamamos—correr y no parar hasta la meta—un gran plan.
A una semana del maratón, Emilio y yo salimos a correr 30km ¿el resultado? sentir que me moría. No me hidraté adecuadamente, los geles que compré no los usé y empecé a correr con mis reservas. Jamás me había sentido tan mal, tenía escalofríos, estaba mareado y el cuerpo me dolía. Pero encima de todo esto lo que más me preocupaba y la pregunta que más me hacía era ¿Cómo carajo le voy a hacer para correr 42 kilómetros?
Así que en una técnica recurrente mía cuando algo me abruma, me puse a escribir. Recordando a Theodore Roosevelt y el libro que acababa de leer, llené dos hojas de papel que bastaron para encapsular todo lo que sentía y lo que representaba el maratón. Aunque sentía miedo, el porqué detrás del correr era más grande que cualquier excusa que pudiera encontrar.
No estaba solo y sabía que tenía el apoyo que necesitaba. Todo lo que se rompió estaba dispuesto a repararlo. El maratón para mi representaba todo esto, dejar atrás todo aquello que ya no me representaba, aterrizar y empezar un nuevo capitulo en mi vida.
Mi “nueva” vida
Lloré como tenía mucho sin llorar, todo volvió a mi: el cambio, el proceso, la relación, el caos, la incertidumbre, todo. Pero no lloraba por tristeza, era más bien alegría, un sentimiento de culminación y de trabajo honesto me envolvía y me sentía satisfecho.
Y ahí, en medio de mis emociones, el sudor, el calor y los calambres me di cuenta que el maratón no había sido la puerta de inicio. Era simplemente la continuación del camino. No se trataba de vivir una nueva vida, sino de vivir con más atención la que ya tenía, con todos sus desafíos y banalidades. En realidad, solo necesitaba abrir los ojos y darme que cuenta que el cambio había comenzado no al finalizar el maratón si no mucho antes, en las tardes de confusión, incertidumbre y de tristeza. En los entrenamientos y las platicas con Emilio. En mi soledad y finalmente en la decisión de construir pedazo a pedazo lo que se había roto.
El maratón ni siquiera había sido lo mejor, la verdadera recompensa habían sido las experiencias, aprendizajes, el proceso y las personas con las que lo que lo compartí. Prepararme con Emilio, el miedo antes de la carrera, la compañía, los amigos, mi familia e incluso la comida después del maratón.
Caí en cuenta que correr no solo me gustaba por el diálogo conmigo mismo, eso era solo un extra. Me gustaba por la comunidad, por saber que cada persona tiene un propósito cuando corre, porque extraños me inspiraban a seguir, porque había experimentado la amabilidad de personas que jamás volveré a ver. No se trataba del tiempo o de la medalla, se trataba de entender que hay magia en todas partes si tan solo tomas el momento para verla.
El reto me transformó, pero solo en un sentido. Quería compartir esto que había vivido y regresarle el favor a todos los extraños y personas que amo que me han hecho mejor. Así que espero que algún día, tu también puedas animarte a correr una carrera.
Por último…
Cada quien tiene su reto y no necesariamente hablo de correr. Cada persona esta lidiando con sus propios retos, problemas, sesgos y talentos al igual que tu. Todos estamos haciendo lo mejor que podemos con las herramientas que tenemos y darnos cuenta de esto nos permite ser más amables.
La amabilidad de extraños, su compasión y apoyo hicieron mucho más de lo que imaginan para alguien que solo sentía miedo cuando se paró en la línea de salida. Quizás tú puedes brindar ese apoyo, amabilidad y comprensión a alguien que lo necesita. Porque aunque quizás para una persona correr puede significarlo todo mientras que para otra nada, todos podríamos beneficiarnos del apoyo que como humanos podemos brindarnos.
Al final del día, no se trata de subir el Everest de un día a otro, se trata de escalar tu propia montaña, aprender en el proceso y si puedes, compartirlo con otros. Plantearse retos es un acto de amor propio y si te permites ser inspirado por otros, por la comunidad y, sobre todo, por la fuerza que reside dentro de ti estarás cambiando al mundo.
Y si no encuentras esa inspiración, sal y busca una carrera, un desafío o algo que te empuje a ser mejor. Que te de miedo. Que sientas nervios y no sepas como lo vas a hacer, porque en esos retos, rodeado de personas que han logrado lo que te propones y te acompañan en el camino, se encuentra la verdadera magia.
Estaría encantado de escuchar como te fue.
Nos vemos pronto, abrazo.
-Sebastián S
24 de noviembre, 2024.
El día del maratón me levanté temprano y salí de mi casa para reunirme con Emilio. Nadie en mi familia sabía lo que estaba haciendo. No les dije ni mis papás ni a mis amigos. Sabía que tenía su apoyo incondicional y esto no lo quería hacer por aplausos o reconocimiento. Quería probarme a mi mismo. Fuck It We Ball me dije a mi mismo antes de subir al carro.
¿Geles? Check
¿Audífonos? Check
¿Vaselina? Check
¿La bendición de mis papás? Bueno, algo tenía que faltar…
30 minutos antes de llegar al arranqué mi mamá me marcó preguntandome a donde iba, acostumbrada a que saliera temprano los domingos a correr no me cuestiono mucho. Así que seguí en lo mío. La música sonó, la fiesta empezó y se acabaron los fuegos artificiales, la carrera había empezado. 42.195 kilómetros me distanciaban de mi nueva vida.
Al primer kilometro, Emilio ya iba mucho más adelante que yo y yo seguía sin creerme del todo lo que estaba haciendo. Los primeros 21km se pasaron rápido y los disfruté mucho. Recuerdo perfecto que al llegar a la línea de los 23km, mi papá me marcó para preguntarme que estaba haciendo y que si estaba estaba corriendo, que lo hiciera por la banqueta. Le dije que si, que no se preocupara, que salí a correr e iba por la banqueta. En realidad estaba a mitad de Lazaro Cárdenas una de las calles principales de Guadalajara, empezando a sentir el calor del sol y la carga en los tobillos.
La carrera fue muy bonita, bien dicen que si quieres tener fé en la humanidad vayas a ver un maratón. Cientos de extraños apoyando a personas que probablemente no volverán a ver en su vida, señoras con ollas y disfraces dándote ánimos, niños apoyando a sus papás y personas corriendo por una causa más grande. Magia pura.
A partir del kilómetro 32 no ves a nadie más que a tu propia sombra. El cansancio ya se siente y empiezas a escuchar tu voz cuestionándote. La ocasional vista de uno que otro corredor que está pensando lo mismo que tu “¿Qué estaba pensando cuando me inscribí?” no ayuda mucho. Pero aún así sabes que tanto el como tu, tienen una historia que contar y los 10 kilómetros faltantes son lo único que los separan de poder concluirla.
Aunque suena a cliché correr un maratón es cómo la vida. En cierto momento mientras corría, comprendí que en la vida, a veces debemos recorrer el camino solos, enfrentando nuestros miedos y dudas nosotros mismos. Por más que compartas parte de tu vida con personas increíbles, que te aman y te apoyan, eventualmente te das cuenta que nadie puede hacer el trabajo por ti. Lo único que puede hacer una persona que te ama es apoyarte, con eso es más que suficiente.
Correr el maratón de cierta manera me enseñó mucho sobre mi mismo, mi relación con lo que creía que podía hacer fisicamente cambió mucho ese día. Pero más importante me hizo darme cuenta que en los momentos en los que me quería rendir pensaba en todos aquellos que me han inspirado, amado o ayudado. Y aunque nadie iba a correr por mi, el tenerlos en mi mente me hizo avanzar cuando ya no podía más.
Recuerdo pensar en Emilio diciéndome que claro que podía, en mi papá y todas las veces que me ha apoyado, en mi mamá y su amor inmovible. En mis amigos y su apoyo incondicional. Fue muy paradójico, aunque estaba corriendo por mi mismo, encontré que el amor de otros y su apoyo estaban corriendo por mi.
Me acordé de correr con Emilio y bromear mientras pasábamos por Colomos. Me acordé de las veces del gimnasio y los domingos con mi soledad. Me acordé de mi mamá cuando decidió salir a correr conmigo. Me acordé de mi papá regalándome mis primeros tenis.
Aunque no estaban físicamente a mi lado, las personas que me impactaron vivían en mí y corrían conmigo. Los pies me dolían, las piernas ya estaban con calambres, el calor me estaba empezando a pegar y ya no tenía geles pero el amor que sentía me estaba moviendo un kilómetro a la vez.
Cuando por fin escuché a gente de nuevo, fue en los últimos 2 kilómetros de la carrera. Una vez más todo era emoción. Gente en la calle acompañados por sus seres queridos corrían lado a lado. Los que ya habían terminado la carrera te apoyaban y cientos de personas te animaban a continuar. Incluso personas que que vivían en la última recta de la carrera te ofrecían agua.
A 200 metros de terminar, vi a Emilio apoyándome y sentí alegría. Al fin había cruzado la meta, pero solo pude llorar.



Medalla Maratón de Guadalajara, 2024.